Los torneos de verano siempre han sido un atrayente para el público, ya sea porque vuelven a ver a sus equipos tras el parate por las fiestas o también porque hacen sus primeras apariciones las flamantes incorporaciones. El lector que está sumergido en estas líneas tiene el viejo y lindo recuerdo de los amistosos veraniegos en Mar del Plata, y hasta seguro recuerde aquella tradicional música que servía de cortina televisiva para dar inicio a la transmisión. Con el correr de los años y sin todos los grandes equipos disputando certámenes en La Feliz, se han perdido esas nostálgicas noches de enero, pero, el partido que jugaron en La Plata, Boca y San Lorenzo, tuvo rafagazos que hacían traer a la memoria esas míticas veladas.

Sin perder la premisa principal que es la de preparar los conjuntos para la competencia oficial y sin quitar el rótulo de «Torneo Amistoso», se observaron dos equipos con una intensidad y un rigor mayor que lo esperado, o mayor quizás en concordancia a lo que estaba en juego.

Sebastián Battaglia paró un 11 que tenía nombres de 4-3-3 pero no terminó siendo el esquema utilizado. Eduardo Salvio no fue extremo sino que se ubicó de enganche, dejando de puntas a Luis Vázquez y al «Changuito» Zeballos. El «Toto» fue quien irrumpió ante un San Lorenzo que no lo esperaba en esa posición, en la cual recibió muchas veces en libertad con el tiempo necesario para girar.

Por su parte, el equipo dirigido por Pedro Troglio, flamante entrenador, no presentó sorpresas y el «Ciclón» jugó con las mismas características de juego que le dieron frutos ante Talleres e Independiente, a quienes venció por la mínima. Dos líneas de 4 bien marcadas y cortas entre sí. Un elenco sólido, ordenado, abroquelado y práctico a la hora de atacar, sin rodeos.

Los interiores del Xeneize, Diego González y Juan Ramírez, no tenían una noche lúcida en la generación de juego. «Pulpo» no colaboraba en la distribución con Alán Varela, y el ex Talleres no podía desnivelar con su ya conocida gambeta en velocidad. Esto, sumado a la fricción con la que se jugaba y al gran número de faltas, hacían que el cotejo sea escasamente vistoso y con nulas aproximaciones de peligro.

En la etapa inicial no tenía peso ofensivo San Lorenzo. Ni «Uvita» Fernández ni Ezequiel Cerutti, por características, sienten el área como hábitat natural. Le costaba generar y ser profundo. Sus mejores movimientos ocurrían cuando Fernández Mercau o uno de los puntas perforaban por fuera. Además, el trabajo del doble 5 Yeison Gordillo y Siro Rosané, funcionaba más para el quite que para la gestación limpia. Alexis Sabella, el apuntado para ser el eje productivo, pasaba desapercibido en el desarrollo.

A los 44´ llegaría la hora señalada. Boca sacó provecho de virtudes conocidas y predecibles. «Toto» Salvio, en sitio de enlace, volvió a desprenderse en soledad a espaldas del dúo central de la mitad de la cancha rival, y fue fauleado. El «Changuito» hizo gala de su sensacional pegada y exigió a Sebastián Torrico a enviar el tiro libre al córner. De ese tiro de esquina, la pelota derivó en Frank Fabra, quien jugó hacia afuera para Gastón Ávila. El ex Rosario Central, de óptima zurda, tiró un centro bárbaro al área. Luis Vázquez hizo un excelente movimiento, digno de 9 de jerarquía, y volvió a sacar a relucir su poderío ofensivo. El 38 se desprendió de su marca, y a pesar de que la pelota le quedó atrás, sacó un testazo bajo que agarró a contramano al arquero e infló la red. Sigue cargado, y dando muestras que conllevan la frase «acá estoy». El club de La Ribera puso el 1-0 y sacó una diferencia que, para la paridad del desarrollo y la improductividad de ambos, valió oro.

En el complemento los vestidos de azul y amarillo perdieron la pelota. San Lorenzo creció y lentamente empezó a adelantar sus líneas, adquiriendo el protagonismo de las acciones. De todos modos, le costaba ser punzante, y en los primeros 20´, las dos oportunidades más claras fueron para los de Battaglia. Un remate de media distancia de «Pulpo» González que se fue cerca del ángulo superior derecho, y un disparo de Eduardo Salvio tras eludir de izquierda hacia al centro, levantaron el «uuuuuuuh» de la hinchada que copó el Estadio Uno.

Los minutos corrían y el cotejo seguía siendo chato. Lo único que lo mantenía vigoroso era la corta diferencia en el marcador. El «Ciclón», en este contexto, se envalentonó en los últimos 20´ y superó a Boca en el juego, con posibilidades netas para alcanzar la paridad y llevar la final a los penales.

Pedro Troglio ya había mandado a la cancha a Néstor Ortigoza y a Nahuel Barrios, y ambos mejoraron la performance del club de Boedo. El «Gordo» porque ingresó fresco y siempre se le da a un compañero, fue el nexo que necesitaba el equipo para empezar a construir; y el «Perrito» porque aportó 1vs1 por bandas. Aunque, la modificación que más incomodó e inquieto a Boca, fue el movimiento de Nicolás Fernández Mercau a la banda derecha. El 26 es el jugador de mayor jerarquía por escándalo que tiene San Lorenzo. Por condiciones, presente y futuro. Es ágil, técnico y tiene una pegada fenomenal. El traslado de banda le permitió jugar a perfil cambiado y fue una daga permanente a la estructura defensiva rival.

Fue el propio Fernández Mercau el protagonista de las dos oportunidades más preciadas sobre el final. En ambas encarando de derecha hacia el centro a pura apilada y rematando. La primera se desvió en Eduardo García y fue gol, pero el «Tucu» estaba off side, por lo que el línea levantó la bandera. Y la segunda fue en el último minuto, el joven de 22 años sacó un fierrazo fenomenal de zurda y Agustín Rossi metió una mano magnífica para desviar la trayectoria de una pelota que tenía destino de ángulo.

Fue final. Boca ganó la final 1-0 y cerró el Torneo de Verano siendo campeón ganando los 3 encuentros. Sin dudas lo más positivo que debe rescatar Sebastián Battaglia son grandes actuaciones individuales. Los goles de Luis Vázquez, la creación de Aarón Molinas, el momento bárbaro del «Changuito» Zeballos que pide a gritos titularidad, la subida de nivel de Eduardo Salvio, la solidez defensiva -con la vuelta en gran forma de Gastón Ávila- y del arquero Agustín Rossi; entre otras variantes singulares. El rendimiento colectivo, es quizás, la cuenta pendiente a pulir, ya que se vio un equipo arrítmico y predecible por momentos. Y con nula generación de juego en escenarios adversos.

El Xeneize afrontará una nueva semana de pretemporada, esperando que se cierre la vuelta de Guillermo Fernández, diagramando algún amistoso más de preparación y ya empezando a palpitar el inicio de la Copa de la Liga, la cual espera la presentación de Boca el domingo 13 de febrero, quien recibirá en La Bombonera a Colón de Santa Fe a partir de las 21.30hs.