Con la posibilidad latente de subirse al peldaño de los terceros, y seguir esperando la posibilidad de recortar distancia con Talleres y River, Boca visitó el Tomás Adolfo Ducó para medirse con Huracán. La victoria con Lanús en La Bombonera con un equipo plagado de pibes motivó al público Xeneize, y Sebastián Battaglia conforme con el rendimiento y con las lesiones de Edwin Cardona, Nicolás Orsini y Luis Advíncula, apostó por ellos. Metió un pleno, y ganó un duro encuentro en Parque Patricios.

En los primeros minutos el partido fue totalmente ordinario, extremadamente impreciso y con fallas defensivas por doquier. En la movilidad de «Diosito» Vera, los dirigidos por Frank Kudelka encontraron desequilibrio e inquietaron a Boca, que no podía saltar la presión del local, lo que lo llevaba a dividir mucho. El propio ex Lanus rompió el travesaño con una bomba de aire de media distancia que en el rebote Lucas Merolla tampoco pudo capitalizar.

Carlos Izquierdoz y Marcos Rojo tenían una complicada tarde con el uruguayo Coccaro, que se cansó de ir arriba y molestar, forzando a la sólida dupla a tener de sus más endebles performances en el campeonato.

En estos momentos de superioridad por parte del «Globo» apareció la figura de Agustín Rossi, quien primero le ahogó el grito de gol a Rodrigo Cabral que ganó en el área y ensayó un fuerte testazo, y luego a Matías Coccaro en el final de la primera etapa, en una jugada donde el delantero de bigote prominente remató realizando una extraña pirueta.

Boca padecía el partido hasta que apareció en escena la figura indiscutida de la noche, Agustín Almendra. El 39 comenzó a asumir la responsabilidad ofensiva y se hizo dueño de la pelota. Asociando en corto, siendo permanente opción liberada para recibir, cambiando rápidamente de orientación los avances con envíos cruzados, y administrando a la perfección los tiempos, para explotar el ancho de la cancha con la trepada de los laterales e interpretando las salidas de zona céntrica de Luis Vázquez.

La visita comenzó a protagonizar el encuentro y en una ráfaga logró abrir el marcador, tras hacer lucir en 2 oportunidades distintas a Marcos Díaz. Primero, el 38 quedó cara a cara tras una gran habilitación de Aarón Molinas y perdió el duelo ante ex Colón, y luego, el propio Molinas definió dentro del área tras una combinación Weigandt-Pavón que culminó con un centro atrás del cordobés. El arquero que cumplía 200 presencias con la casaca del «Globo» se agigantaba. Hasta que, el lúcido Agustín Almendra lo venció a los 32´. Ya era el mejor jugador del 1T, y con el gol coronó su enorme función. Un nuevo misil del volante surgido de las inferiores. La pelota viajó a alta velocidad ingresando en el ángulo inferior izquierdo. Siempre supo que la media distancia es un recurso en su descripción. La confianza adquirida en su buen rendimiento y el reciente tanto a Colón, lo llevaron a apostar en su derechazo. 1-0.

El primer telón se bajaba con una diferencia a favor de Boca en el marcador pero con un trámite parejo, ambos tenían flojos niveles defensivos, por lo que hubo chances para ambos lados, el partido estaba totalmente abierto, y a merced del que mejor afine la puntería.

En el amanecer del complemento Rodri Cabral tuvo una inmejorable oportunidad de paridad, tras quedar solo en el área tras una nueva victoria aérea de Coccaro sobre la pareja de centrales, pero definió muy alto y desviado, apremiado por el cierre de Chelo Weigandt.

El patrón del epílogo del primer tiempo seguía plasmado en el terreno de juego. Nada se había modificado e incluso Huracán había comenzado a hacerse dueño de la pelota, ya que el elenco de Sebastián Battaglia no podía retenerla, la perdía muy rápido.

Carta a carta el dueño de casa iba armando la casita y merodeaba culminarla colocando la chimenea, pero, un golpe sin intención a la mesa hizo derrumbar todo. Ismael Quílez cometió un error garrafal en salida, recibió un pase con abundante compromiso de Jonathan Galván, y quiso reiniciar jugando hacia Marcos Díaz, pero no divisó a Luis Vázquez, que interceptó el envío, y definió ante un guardameta a medio camino. Boca ponía el 2-0 a los 16´, liquidaba emocionalmente el encuentro y brotaba de tranquilidad su juego.

Si bien quedaba media hora, Huracán estaba abatido en su motivación, estuvo tan cerca que haberse alejado lo hundía anímicamente. Todo lo opuesto ocurría en la vereda de en frente, los vestidos de azul y oro atacaban con mucha gente, hacían circular la pelota, y no se desesperaban. Tan positivo era el panorama que el director técnico comenzó a administrar minutos realizando modificaciones, proyectando la grilla apretada con partidos entre semana que se le avecina.

Nada parecía mover el marcador a medida que el final se acercaba, hasta que el incansable Marcelo Weigandt atentó contra la monotonía y trepó nuevamente por el andarivel derecho, adelantando la pelota y siendo claramente fauleado dentro del área. Penalazo. Un nuevo partido optimo del hombre que parece poseer 3 pulmones. Marcos Rojo se hizo cargo de la ejecución, cruzó y festejó. Primer gol para el ex Manchester United en el club. No marcaba desde el recordado grito agónico ante Nigeria en Rusia 2018. 3-0 definitivo.

Triunfo de extremo valor en Parque Patricios, por el aguerrido desarrollo y por la fecha que guiñó ojo con los resultados, y a la espera de que Talleres y River pierdan unidades ante Colón y San Lorenzo respectivamente, con el condicionante de que se enfrentan entre ambos en la próxima fecha.

Boca quedó a 6 de la cima con un partido más, está a 3 de zona de Libertadores en la Tabla Anual y empieza a preparar una dura semana en la cual enfrentará a los aceitados Godoy Cruz y Vélez, en Brandsen 805 el miércoles, y luego el domingo en Liniers.