No recuerdo un rugido tan potente, enérgico e intenso. El grito del gol todavía hace sentir esa sensación de terremoto en una Bombonera saturada de gente. Un momento inefable. Como el goleador, claro. Una leyenda del área y de la vida…

3 26 julio, 2024

Septiembre de 1999. Boca recibió una oferta proveniente de Italia, específicamente de Lazio, para comprar a Martín Palermo en 13.500.000 de dólares netos. Carlos Bianchi y la dirigencia querían retenerlo hasta junio de 2000 para que sea partícipe del plantel que jugaría la Copa Libertadores, pero el futbolista y su representante veían con buenos ojos emigrar al viejo continente y comenzar a pensar en el futuro de su familia.

Tras varios idas y vueltas, situaciones inconclusas, el tiempo nos lleva a dos meses más tarde. Boca tenía una parada importante en tierras santafesinas ante Colón. Todos sabemos que el fútbol se trata de alegrías y tristezas, y esa noche tuvo ambos sentimientos. El Titán llegaba a los 100 gritos como profesional en el fútbol argentino, pero minutos antes sufría la ruptura del ligamento anterior de la rodilla derecha. La lesión lo dejaba fuera de las canchas y la venta al Calcio italiano meramente quedaba en un sueño deslucido.

2 26 julio, 2024

24 de mayo de 2000. Vuelta de cuartos de final de la Copa Libertadores ante River. Boca debía remontar en la Bombonera el resultado obtenido en la ida tras haber perdido 1-2 en el Monumental.

El hincha sentía -como de costumbre- la obligación de disputar su partido y propuso un marco extraordinario. El Alberto J. Armando se encontraba desbordado de camisetas azules y amarillas, papelitos, bombas de humo y todo el colorido que se puedan imaginar para apoyar a un equipo que precisaba ganar al menos por dos goles para acceder a las semifinales.

 “Si ellos ponen a Palermo en el banco, yo lo pongo al Enzo”, esa chicana previa de Américo Gallego le sirvió al centrodelantero para motivarse y creer que podría estar. Recuperado de la lesión e inexplicablemente sin hacer fútbol en la semana, se reúne con el entrenador y juntos deciden que Martín sería una alternativa entre los suplentes.

Boca ganaba la serie y, a 13 minutos del final, se escuchó un grito de gol. ¿El tercer tanto? No. Simplemente la aclamación a un tipo que esperaba cerquita de la línea de cal para ingresar al campo de juego. Y no exagero. Fue así. Un grito inconmensurable y pocas veces visto para alentar la entrada de un jugador a un partido casi liquidado.

Marcelo Delgado había puesto el 1-0 y equiparó la serie. El segundo llegó por medio de Juan Román Riquelme -que se dio el lujo de hacer el caño del siglo y ganarse una vez más la ovación de la gente-. Los astros se inclinaban para convertir una noche inolvidable pero jamás pensaron que ese momento podría ser todavía más perfecto.

6 26 julio, 2024

Toda su vida fue de película. Y esta no fue la excepción. A los 90, para redondear una fiesta interminable, el 9 recibió de Sebastián Battaglia, giró y la colocó lejos de la existencia de Roberto Bonano para desatar el delirio, el rugido y las lágrimas de (casi) todos los presentes.

Vaya cosa del destino, como si estuviera marcado, aquella lesión permitió que el máximo goleador de la historia del club se quedara en Boca para escribir una de las páginas más doradas y empezar a quedar eternamente en el hincha.

Una noche que quedará para el recuerdo. Un momento que permanecerá en nuestros corazones hasta que dejen de latir. Personalmente, creo que fui un privilegiado que vivió y fue testigo del gol más gritado estos 115 años que construyen la historia de Boca.