Tras la eliminación ante Santos en Brasil, el Xeneize viajó a San Juan para enfrentar a Banfield en la final de la Copa Diego Armando Maradona. Una oportunidad inmejorable para revertir la pálida imagen dejada en Villa Belmiro, y nada más ni nada menos, para sumar una nueva estrella a la vitrina del club.
Boca debía mostrar personalidad, evidenciar que lo del miércoles solo fue una mala noche, dejando en claro el hambre de gloria que no se notó en tierras brasileñas. En frente, un duro rival, un tonificado Banfield, que llegaba en busca de la gloria luego de haber hecho un certamen admirable, con una idea bien definida y con un 11 inicial plagado de juveniles de la cantera del Taladro. Nadie podía reclamarle nada en caso de ser derrotado, un escenario opuesto a la realidad con la que llegaron los dirigidos por Miguel Ángel Russo.
La primera parte fue en demasía evaluada, el Xeneize era dueño de la pelota pero dicha tenencia era inocua, ya que abundaba el toqueteo entre centrales, el cual el rival no se veía interesado en presionar.
Boca en el primer tiempo no fue imaginativo ni creativo, era inconexo entre líneas, y si bien no era superado por su adversario, le costaba generar peligro y se sumergía a la dependencia de una escapada de Sebastián Villa o un pase filtrado de Edwin Cardona.
Los comandados por «Archu» Sanguinetti eran prácticos, sus estadísticas durante el torneo evidenciaban dicho adjetivo, fueron los últimos en la tabla de posesión. El ataque rápido tras pérdida, la buena utilización de los extremos para ser amplio y las llegadas a posición de gol de Giuliano Galoppo eran sus armas, todo esto sumado al criterioso fútbol de Martín Payero, quien es la bandera de la creación y la manija del equipo.
Fue el propio Payero quien tuvo la más clara del primer tiempo rematando de media distancia, la pelota se fue rozando el horizontal.
La etapa complementaria mostraba un desarrollo símil a los 45´iniciales. Ambos conjuntos neutralizaban bien al otro pero ninguno podía plasmar su idea para generar riesgo, Boca porque no era creativo y Banfield debido a que no podía explotar las bandas (controlados Cuero y Bordagaray) y si bien Payero era el eje de juego, no se encontraba del todo preciso, tenía interesantes intenciones pero imprecisas ejecuciones.
A la falta de ingenio, aparecen los genios. Esa frase reza lo que provocó la apertura del marcador para el Xeneize. Golazo de Cardona, quien tomó la pelota por izquierda, recortó hacia adentro y sacó una bomba estando incómodo que se incrustó en el ángulo superior izquierdo de Mauricio Arboleda. Un misil rompía el tanteador, 1-0 en 18´del ST.
Obligado por el resultado, el «Taladro» tomó las riendas del encuentro, creció en el terreno de juego, pero era bien controlado por Boca, le costaba enhebrar asociaciones, Agustín Fontana era escasamente abastecido. Los mínutos corrían y los centros abundaban, aunque pocos lograban inquietar a la defensa boquense.
A falta de 5´los de azul y oro se quedaron con 10 hombres, expulsado Emmanuel Más por doble amonestación, ya sin cambios, comenzaba a refugiarse como podía, y como si las complicaciones escaseasen, «Pulpo» González interceptó un tiro con su humanidad y en el movimiento se lesionó gravemente su tobillo izquierdo, lo que le imposibilitó finalizar el cotejo. 11 vs 9 terminaba la velada.
En el sexto minuto del tiempo adicionado, en la última jugada de la noche, la pelota cayó al área de Esteban Andrada, donde Luciano Lollo tras un cabezazo de un compañero, le ganó la posición a un disciplente Carlos Zambrano y desvió con la testa la redonda para enviarla al fondo de la red. 1-1, delirio en el banco de Banfield. Boca pasaba de estar a un segundo de levantar los puños victoriosos a tener que sumergirse a la vorágine sufrida de los penales.
Carlos Tévez, Sebastián Villa, Eduardo Salvio, Carlos Izquierdoz y Julio Buffarini, en ese orden ejecutaron, todos convirtieron. El «Taladro» marró el tercero ejecutado por Jorge Rodríguez (por encima del travesaño) y convirtió los restantes. 5-3 a favor del club de La Ribera, que arrancó pateando.
Estrella número 70 para Boca Juniors. Necesitada tras el golpe de las semifinales de Copa, y además, para seguir ratificando el dominio a nivel local, donde obtuvo 5 de las últimas 6 competencias.
Carlos Tévez, emblema y figura del actual plantel, coronó su título 29 en su carrera, el argentino más ganador en la historia después de Leo Messi. Además, post partido, confirmó su continuidad, un verdadero notición para el mundo boquense. A punto de cumplir 37 y salir de la ruleta, el «Apache» se encuentra rejuvenecido y en uno de sus mejores momentos en su carrera.
Una obtención que servirá para pasar rápido el mal trago de Libertadores, y ya empezar a diagramar la próxima temporada. Con el plus emocional de que dicha copa lleva el nombre del eterno Diego Armando Maradona, homenaje ideal para el 10.
Boca fue justo campeón, ganando su grupo (considerado el de la muerte) en la primer fase, siendo el mejor de su zona en la segunda etapa, e imponiéndose a un Banfield de pasar inmejorable.
Tengo 18 años, soy de Basavilbaso, Entre Ríos. Hace 3 años soy conductor y comentarista en Siempre al Diez, por FM Riel 93.1.