Tuvo un pasó fugaz pero alcanzó para quedar en la historia grande. Verdugo de River y una distinción marketinera. Hoy, a 77 años de su debut, lo recordamos como se lo merece: un ídolo.

Severino Varela 1 26 julio, 2024

Hay que remontarse a la década del 40. No hay registros de video oficiales pero sí una historia escrita que avala semejante jugador. No por su larga trayectoria en el club sino por los hechos que hablan por sí solos. Y el detalle distintivo: la boina blanca, que se caracterizó por usarla para aminorar el impacto de la pelota en su cabeza. Novedad para la época, los fanáticos comenzaron a imitarlo no solo por los logros deportivos sino también por la estética. Definitivamente uno de los pioneros en el marketing deportivo.

Severino Varela llegó a Boca proveniente de Peñarol en 1943 a cambio de 38 mil pesos. Debutó en la victoria ante Racing por 3-1 y a sus 29 años, edad avanzada para un futbolista, fue clave para adueñarse los campeonatos de 1943 y 1944 donde convirtió 20 goles en 24 partidos, en su primer conquista, y 15 tantos en 21 encuentros para su segunda estrella. Un goleador de raza que tenía su especialidad: convertirle a River, porque fueron cinco en seis cotejos. Por otra parte, hay que contar su tercer y último título del palmarés Xeneize: la Copa Confraternidad de 1945.

varela boinazo 1 26 julio, 2024

El uruguayo quedó en la eternidad bostera el 26 de septiembre de 1943. Boca disputaba el torneo con el que sería el equipo de década: La Maquina de River, integrada por Ángel Labruna, Adolfo Pedernera, José Moreno y compañía. En la fecha 20, arrancó perdiendo el Superclásico en la Bombonera pero apareció Varela con un doblete. El empate, con una palomita fantasmal que sorprendió a todos ingresando por el segundo palo, fue el famoso gol que quedó grabado en la memoria de todos. Desde ese momento, fue apodado como la boina fantasma.

Varela decidió regresar en 1945 a Peñarol. Además de ser futbolista, ocupaba un puesto estatal en Uruguay y se la pasaba viajando entre el país vecino y Argentina para cumplir con sus dos obligaciones. Fue tan ídolo que recibió un cheque en blanco para ganar lo que él quisiera pero escogió darle prioridad al empleo en Montevideo. En 1949, Boca no estaba en la mejor situación económica y tuvo el gesto de volver para jugar gratis, pero finalmente no sucedió. Sin embargo, se dio el gusto de regresar a la Bombonera en 1954 y ser parte de los festejos del torneo donde el Xeneize se consagró campeón.

El ídolo falleció a los 81 años en 1995. Sin embargo, dejó un recuerdo imborrable y un grito que aún se escucha: «¡Se-ve-rino! ¡Se-ve-rino!».