Nuevos aires se presentaban ante la llegada de un año que no sería uno más para el xeneize: el cambio dirigencial para el cierre del 2019 hacía que aparezcan nuevos proyectos y desafíos con intérpretes distintos y con un nuevo técnico para encarar la temporada actual. Cambios que fueron necesarios para que Boca resurga de la cenizas luego de volver a perder con el máximo rival en instancia de semifinal de Copa Libertadores en 2019. Un clásico que fue creciendo en relevancia en este último tiempo con el protagonismo que fueron ganando cada uno de los equipos emblemas del fútbol argentino y que los encontraba nuevamente entre la espada y la pared en el vigente campeonato. Una Superliga que le había sido siempre esquiva al conjunto dirigido por Marcelo Gallardo y que en el último tramo lideró siempre por encima de un Boca que nunca le perdió pisada.
Bajo las arcas de Miguel Ángel Russo, el xeneize, poco a poco tomó otro liderazgo en la cancha y obtuvo el protagonismo necesario para liderar casi todos los partidos que disputó.
La vuelta a la competencia en la Bombonera frente a Independiente con empate en 0 sirvió como aprendizaje para no volver a dejar escapar más chances. Por ello días posteriores a dicho encuentro viajó a Córdoba para tener un partido de alto riesgo frente a Talleres donde apareció el equipo y las ideas principales de este nuevo proceso llevado a cabo por el ex entrenador de Cerro Porteño y Millonarios. Victoria 2 a 1 en el Mario Kempes que servía para mostrar el atenuante de Carlos Tévez como bandera a través de su capitanía, y de Sebastián Villa como sorpresa y de velocidad constante. De a poco la conformación de un plantel casi similar al que dirigió Gustavo Alfaro se vislumbraba para tomar referencia de los hombres que serían titulares. Aquí es el momento en el cual se traza una diferencia clara en la confianza que le brinda el cuerpo técnico al colombiano Jorman Campuzzano, tal vez el hombre más saliente del ciclo Russo, que se adueñó finalmente del mediocampo central y terminó siendo figura del equipo campeón.
El fixture avanzaba y a falta de 4 partidos, Boca, galopeaba fuerte esperando que el rival de enfrente caiga en el algún momento. Las victorias contundentes en la Bombonera (2 a 0 a Atlético Tucumán, 3 a 0 a Godoy Cruz) y en Santiago del Estero (4 a 0 frente a Central Córdoba) dejaron en claro que el xeneize daría pelea hasta el final y que el funcionamiento poco a poco parecía dar resultado. Un juego que por momentos no lograba ser del todo vistoso pero que en otros tramos era temible para sus rivales por su carácter en la ofensiva y su gran capacidad de no conceder goles. Habrá que marcar que en ese lapso apareció la figura inesperada de Marcos Diaz en varios de los triunfos producidos, ante la lesión de un Esteban Andrada que una vez que retornó a su titularidad lo hizo igual de excepcional que siempre. 8 goles concedidos a lo largo de toda la Superliga en números brillantes que reúne hasta esta altura, «Sabandija». La dupla central conformada casi siempre por Izquierdoz y Lopez debió ser modificada en algunos partidos debido a lesiones y suspensiones, esta fue compuesta por un Junior Alonso estelar y finalmente por Zambrano, último refuerzo xeneize de este 2020. En los laterales se acabó la discusión tan problemática para darle confianza a que Frank Fabra vuelva a sentirse suelto y sea figura junto al corazón y la garra característica de Julio Buffarini en el costado derecho.
La aparición como manija de Guillermo, «Pol», Fernandez en el mediocampo dio dinámica a un equipo que necesitaba reforzarse en dicha posición y que también gracias a él fue protagonista en todas las canchas donde jugó. El puesto del 9 tuvo discusión entre Ramón, «Wanchope», Ábila, que alternó buenas y malas pero que nunca dejó de marcar goles y la aparición de Franco Soldano quién con esfuerzo dedicado plenamente a su equipo terminó por adueñarse del puesto en los últimos encuentros. En tanto Eduardo, «Toto», Salvio se fue acomodando cada vez más para ser titular indiscutido y volar junto al colombiano Sebastián Villa por los costados para que de esta manera se logre destrozar a cualquier rival con la capacidad y liderazgo que tomó «Carlitos» en la recta final. Un «Apache»que al empezar la temporada era aún discutido por su nivel y que levantaba sospechas de propios y extraños por el nuevo proceso dirigencial que llevaría a cabo Ameal, Pergolini y Riquelme, en el cual no se sabría certeramente cual sería el futuro de Tévez, si estando lejos o cerca de la institución. La intención de la comisión directiva de «cuidar a los ídolos» y de creer en que el ex jugador de la Juventus se reinventaría con la confianza de un DT que fue clave en su desarrollo y su rendimiento posterior fue un gran factor para un nuevo título que no solo se dio en la cancha por los jugadores y el cuerpo técnico, sino que también desde el club.

La «suerte», siempre tan necesaria para cualquier ocasión, apareció en el momento justo, luego de que el equipo boquense vuelva a golear 4 a 0 como visitante a Colón en Santa Fé y que desde la otra vereda al otro día lleguen noticias alentadoras tras un empate sorpresivo y auspicioso que hacia llegar al conjunto de Russo a la última fecha tan solo un punto por debajo de River que debía viajar a la provincia tucumana en una dura parada ante el siempre difícil y complicado Atlético del «Ruso» Zielinski.

Fecha 23, cúlmine, que reunía elementos mas que atrapantes y emocionantes como por ejemplo, nada más y nada menos que la vuelta de Diego Armando Maradona al estadio Alberto J. Armando y al club de sus amores, bajo una multitud que en la previa coreó su nombre y le dedicó un sin fin de canciones al máximo ídolo futbolístico que existe en la Argentina, y que minutos antes de empezar el partido dejó una anécdota para el recuerdo eterno, con un «pico» entre él y Carlitos, en una noche que sin duda era apasionante por donde se la quiera observar.
El estadio tomaba cada vez más color mientras «Roman» en la platea estaba con su mate muy tranquilo esperando lo que luego sería desesperante para todos los hinchas. Dentro de un partido muy trabado y con un «Lobo» que ofreció resistencia e incluso generó situaciones peligrosas de gol, Boca, llevaba las riendas del partido sin poder concretar chances claras, tan solo una jugada con posterior cabezazo de Soldano en el primer tiempo y avances más aislados sobre la media de la etapa inicial. El empate en 0 al salir al campo de juego para afrontar el segundo tiempo obligaba al conjunto boquense a salir a «comerse a su rival» de cara a la etapa final ya que desde Tucumán el empate transitorio en 1 entre el Millonario y el Decano obligaba al conjunto boquense a tener que buscar la victoria si o sí, si quería ser campeón frente a su gente. Un segundo tiempo que debió ser intervenido por Andrada en la jugada más clara que tuvo Gimnasia de La Plata y que luego a 10 minutos del final se vistió de gala cuando su ídolo, su capitán, su figura y su 10 actual en la cancha encontró la oportunidad de tener espacios para pegarle con «alma y vida» rondando la medialuna, tras asistencia forzada desde el piso de Wanchope y así vencer las manos del arquero «Tripero», Brown, en un nuevo golazo de Tévez que vivía una nueva noche soñada con la camiseta de sus amores. Era tiempo de festejar con locura y algarabía el gol que sería el tanto del campeonato ante una Bombonera que estallaba y desbordaba bajo un grito de desahogo tan necesario para empezar un nuevo proceso con hojas e historias con tintes de felicidad. Los minutos se hacían eternos y cada vez más desesperantes ante un final de campeonato de novela que hasta último momento dejó sorpresas y terminó por decantar un nuevo título para Boca que de los últimos 5 años fue campeón en 3 instancias, recortando así la brecha con su máximo rival en torneos locales. Un River que se quedó con la ganas y que seguramente a futuro alimentará el «morbo» de todo el «mundo fútbol» por que vuelvan a enfrentarse en algún Superclásico. Mientras tanto la llegada de una nueva dirigencia con distintos métodos y decisiones futbolísticas hechas que fueron gravitantes para la obtención del campeonato sirvieron como un gran punto de partida para todo lo que vendrá en el futuro. Un «trampolín» que tendrá que aprovechar la institución y que seguramente será de inyección anímica para los campeonatos que quedan disputar a lo largo del año con el foco que seguramente se pondrá en el anhelo por ganar la Copa Libertadores y que por el momento el hincha xeneize disfruta de poder volver a sentirse campeón, y que mejor que arrebatandoselo en el final a su máximo rival.

Los números en tanto de la nueva estrella conseguida por el xeneize dejan un total de 23 partidos disputados, conquistando 48 puntos en total, con 14 encuentros ganados, 6 empatados y tan solo 3 perdidos. Dejando de esta forma un 70% de efectividad lograda, una diferencia de gol de +27 con 35 goles a favor y solamente 8 tantos en contra.

Los festejos siguieron hasta altas horas de la noche y el hincha de Boca colmó no solo los alrededores de su barrio sino que también lo hizo en el mítico Obelisco, que se tiñó de azul y oro donde miles de personas festejaron por un merecido y nuevo Boca Campeón, ¡Gritalo bostero!