En el cumpleaños 61 de Diego Armando Maradona, el fixture guiñó el ojo con amagues de estar programado desde allá arriba, y reunió en La Bombonera a Boca y a Gimnasia de la Plata, la última casa que acogió al barrilete cósmico en nuestro fútbol argentino.

La emotividad y la emoción se respiraban, adueñándose de los primeros minutos, donde todos estaban esperando que el reloj marque 10 para desplegar el homenaje que se está realizando en todo el país, aunque el epicentro del recuerdo y la nostalgia se situaban en Brandsen 805. Un video con imágenes del astro vinculadas al club de La Ribera, y una remera colgada de globos que se perdió en el cielo con una cortina de aplausos sentidos, fue el recordatorio, abundado de amor y pasión, sinónimos de Diego Armando.

Costó en los siguientes momentos despegarse del sentido reconocimiento y las mentes parecían no estar enfocadas en el partido, especialmente en el local. El adjetivo desconcierto abrazó a Boca en la primera parte, y se personificó especialmente en Agustín Rossi, quien infantilmente a los 15´salió lejos y en vértice del área fauleó a Johan Carbonero, que había adelantado la pelota hacia el córner inocuamente. Pecado capital del arquero del Xeneize. Luis Miguel, con la sutileza del cantante, lo cambió por gol. 1-0.

La ventaja llevó al Lobo a encasillarse en su campo, siendo corto y evitando las filtraciones. Todos los jugadores tenían el overol, incluso Pulga Rodríguez, que con 36 años y espalda de crack, no tuvo problemas en retroceder por izquierda para compensar defensivamente al equipo de Pipo Gorosito. Por su parte, la generación de Boca brilló por su ausencia. Tenía una enorme escasez de movimientos sin pelota. Todos los posibles receptores estaban fijos, y cuando lateralizaba se sumergía en esperar un desequilibrio individual ya que nadie se acercaba para combinar y asociar.

Una vez más el equipo de Sebastián Battaglia era espeso y predecible. Y en este panorama adverso, la inventiva de Agustín Almendra fue lo único que atentaba contra la ventaja que cosechaba la visita. Fue el propio 39 quien le reventó el palo a Rodrigo Rey, probando de media distancia. En el rebote Cristián Medina se lo devoró a arco vacío. Ese remate significó la única oportunidad de Boca en la primera etapa.

Por su parte, Gimnasia estuvo cerca de acrecentar el dominio en el tanteador, con un remate de 40 metros de Rodrigo Holgado, que quiso hacer leña del árbol caído ante un Rossi que parecía nervioso y estaba muy mal ubicado.

En el complemento el Xeneize asumió el protagonismo y fue superior por dos motivos: la urgencia del resultado y porque su rival se asentó excesivamente en su campo, cediendo la tenencia y también suicidando sus contraataques, pregonando el orden defensivo y la concentración para evitar desacoples.

Con más empuje y arrestos individuales Boca mereció el empate, es verdad, pero dejó mucho que desear en lo futbolístico. Llenó de centros el área del arquero Rey, que lentamente se fue convirtiendo en figura, siendo solvente en los envíos aéreos y respondiendo a la perfección cuando se lo llamó a intervenir. Almendra casi vence su valla, aventurándose en tres cuartos, ingresando en carrera al área rematando alto, y topándose con una mano salvadora del guardameta santafecino, que recostado imaginando un tiro rasante, elevó el guante salvado, demostrando sus puros reflejos.

Si el refugio era aliado del equipo proveniente de la capital bonaerense, cuando expulsaron por doble amonestación a Brahian Alemán se convirtió en su mejor amigo. Dos líneas de 4 con poca distancia entre sí, y bloque marcado avocado a la vascular rápido cuando el local ensayaba repentinos cambios de frente.

El ingreso de Changuito Zeballos y Edwin Cardona significó un dibujo marcado para Boca, un 4-3-3 a rajatablas. Con el juvenil goleador en reserva pegado a la raya por izquierda, y Cristián Pavón haciendo lo propio por derecha. De todos modos, la asociación era una palabra que no figuraba en el guion del Xeneize en la noche, por lo que los wines no tenían más opciones que desbordar y tirar el popular centro a la olla.

Un fiel reflejo de la escasa idea y el excesivo empuje y desespero, fue la estadística que enmarca que Boca pateó 14 corners en la noche. Los centros llovían a montones, aunque la mayoría eran anunciados y terminaban en la bolsa de Rey, que además tuvo que responder en un centro arco de Kichán que tomó una peligrosa dirección de arco. El único envío producente derivó en la testa de Luis Vázquez, que cabeceó firme al medio pero volvió a sumarle un punto a la figura indiscutida de la noche, que volvió a bajarle la persiana a su arco.

Boca se fue con las manos vacías, sin merecerlo pero sin desplegar una buena performance. En vísperas de Halloween, la noche fue tenebrosa. Derrota que aleja a Boca de la zona Copa Libertadores en la tabla anual, y que vierte toda la responsabilidad en la semifinal del miércoles por Copa Argentina -es la última carta para jugar el certamen continental- vs Argentinos, a quien enfrentará a partir de las 21.10hs en Mendoza.