A los clubes como a las personas, en la mayoría de los casos, les cuesta conformarse con lo que tiene adentro en su estantería y creen siempre que necesitan algo exterior para potenciarse. El caso de las divisiones inferiores es el ejemplo ideal, muchas veces poca observadas o tenidas en cuenta por el absurdo prejuicio de que no están preparadas para dar el salto, y en tantas ocasiones eclipsadas con incorporaciones acumulativas que tapan la proyección de juveniles.

Hoy, en el Florencio Sola, los pibes de Boca patearon el tablero, le dieron un cachetazo a aquellos que sostienen con efervescencia lo escrito en el párrafo anterior. Sin tener en sus planes jugar, el aislamiento preventivo que se le ordenó hacer al plantel de primera, provocó el precipitado debut de un once titular y suplentes compuestos enteramente por miembros de la reserva, y la cuarta división. Ojo, cuando utilizo la palabra precipitado me refiero a que se dio demasiado rápido en relación a lo que estaba planeado, porque condiciones, actitud y mentalidad, les sobró en la noche lluviosa en el sur de Buenos Aires.

Lastra; Mancuso (C), Bernardi, Aranda, Barco; Montes, Equi Fernández, Vega; Almiron, Taborda y Escalante, fueron quienes firmaron planilla en el sector titulares y salieron a la cancha dirigidos por Sebastián Battaglia (DT de la Reserva). Solo Valentín Barco e Ignacio Fernández habían debutado en primera, aunque solo habían tenido acción en una sola ocasión.

El escenario estuvo demasiado lejos de absorberlos, los nervios jamás se hicieron presentes, y desde el pitazo inicial estuvieron dispuestos a llevarse el encuentro. Boca se paró alto en el terreno de juego, un 4-3-3 bien marcado se divisaba, Equi Fernández dueño del eje, Rodrigo Montes y Gabriel Vega de interiores, y los 3 atacantes, aunque por momentos el sistema mutaba, ya que Vicente Taborda retrocedía para participar en la generación y formaba un rombo en el mediocampo.

Rodri Montes tuvo en sus pies el primero a los 4´, tras una gran sucesión de toques de izquierda a derecha, que encontró a Eros Mancuso pasando al ataque, frenando y asistiendo atrás al 41, que remató con vehemencia y el disparo pasó cerca del horizontal. Tras eso, la testa de Gabriel Aranda casi se llena de gloria, el central se elevó tras una pelota parada proveniente desde la izquierda y cabeceó dándole dirección, pero no la suficiente. La redonda se fue apenas desviada del palo zurdo del arquero Altamirano que hizo vista.

Durante todo el encuentro la energía y la entrega de los vestidos de azul y amarillo fue notable, y esto comenzó a ser un problema enorme para el elenco dirigido por el Archu Sanguinetti, que era espeso a la hora de hacer circular la pelota, lo que hacía que sea fácil presa para su adversario. El Taladro tenía el claro plan de utilizar las bandas con la vertiginosidad y velocidad de Mauricio Cuero y Juan Álvarez, quienes alternaban lado en distintos pasajes del desarrollo, no resultó, por lo que pudo generarle pocas inquietudes a Agustín Lastra. El juvenil guardameta, de poco trabajo (sólido en los centros laterales), respondió con garantías en la única que lo pusieron en apuros, tras un cabezazo de Luciano Pons que ganó cómodo en el punto del penal y exigió al longo jugador de 20 años. Más allá de eso, Banfield no lastimó.

El presing con el que jugó Boca la primera etapa fue admirable. Con agresividad y despliegue para siempre doblar al volante de Banfield que portaba la pelota. Recuperando rápido y lejos de escatimar a la hora de atacar, sumando muchos hombres en el plano ofensivo, y gestando fútbol con criterio táctico y técnico.

El triángulo formado por Valentín Barco (figura total del encuentro), Gabriel Vega e Israel Escalante en el andarivel izquierdo fue el que más fluyo en la visita. Punzó y profundizó en reiteradas oportunidades, utilizando siempre al hombre liberado para fijar, atraer y producir el hueco.

En el complemento, el encuentro que disputaron el día anterior los jugadores de Boca en su categoría, pasó factura. Calambres, desgaste físico que se notaba a la hora de presionar, y cansancio que poco a poco quitaba lucidez a la hora de tomar decisiones.

La mejor oportunidad en el segundo tiempo estuvo en los pies de Erik Bodencer, quien giró en el área, eludió y sacó la bomba cruzada que hizo lucir a Facundo Altamirano. Se volvió a salvar el Taladro, Boca era superior y merecía la apertura del marcador.

El Colo Barco no solo brilló pasando al ataque, y siendo inteligente a la hora de activar al extremo con pases razos en profundidad, sino que se puso el overol y salvó al Xeneize cuando se prendieron las alarmas. Mauricio Cuero se despegó mano a mano contra el arquero Lastra y cuando estaba por definir, llegó el cruce salvador del lateral izquierdo, quien corrió a toda velocidad para evitar que el colombiano defina. Fue tal el despliegue del joven de 17 años, que se retiró a los 30´ del ST con ambas piernas acalambradas.

Fue final 0-0 en el Florencio Sola. Enorme partido de los chicos de Boca. Por actitud, confianza y desarrollo. Empataron pero merecieron el triunfo. Invita a la reflexión tan desenvuelta actuación y de nivel, demuestra y expone que el verdadero material para encaminar proyectos es potenciar las divisiones inferiores. El teléfono sonó cuando menos se lo esperaban. Tuvieron la oportunidad de mostrarse, y lo aprovecharon a la perfección, sumando porotos para la consideración en un futuro cercano. El tren pasó, estos chicos se subieron.

La próxima cita, ante San Lorenzo en la Bombonera el próximo martes 21hs. Boca deberá utilizar nuevamente el plantel compuesto por juveniles, ya que la primera debe continuar en aislamiento preventivo obligatorio.