En los últimos partidos en la atmósfera de hinchas Xeneizes se respiraba un halo de incertidumbre y dudas acerca del rendimiento futbolístico del plantel de Primera División. Pero, el equipo dirigido por Sebastián Battaglia se encargó, en Sarandí, de disipar todas aquellas incógnitas, y dejó muy en claro que la actualidad del elenco de La Ribera es extremadamente penosa. Siendo mesurado en los adjetivos a utilizar.

Boca debía ganar ante Arsenal, último de la tabla y que solo ganó 4 de 23 encuentros, para trepar en la tabla anual, y asegurarse mínimo el repechaje, pasando momentáneamente a Estudiantes (juega mañana) y metiéndose en la clasificación directa. La actitud del equipo y el juego desplegado fueron antagónicos a la importancia de lo que se estaba disputando, y los de azul y oro se trajeron un empate que de no ser por Agustín Rossi hubiese sido derrota merecida.

El primer tiempo fue deslucido, la visita tenía la iniciativa y se asentaba en campo rival, pero no tenía movilidad sin pelota, todos sus pases eran al pie y predecibles. De esta manera jamás encontró la forma de que los jugadores de mayor desnivel reciban de frente al arco ni mucho menos con ventaja para desnivelar. Y al igual que la etapa inicial ante Newell`s, solo Frank Fabra, con aisladas escaladas, era el único que proponía cierto vértigo ofensivo. En este contexto, las únicas chances claras en 40´ fueron un remate de media distancia de Edwin Cardona que pasó cerca del horizontal, y un cabezazo en plena soledad de Cali Izquierdoz que le sacó chispas al travesaño.

El rival que tenía Boca en frente era limitado, tanto en sistema de juego como en jerarquía individual, por lo que no necesitaba mucho ingenio el Xeneize para perforar y lastimar. El problema era que la apatía, el inexistente ritmo y la desaparecida movilidad hacían que la producción sea una cuenta pendiente y una ausencia por excelencia.

En una sola maniobra el equipo de Battaglia se inspiró, y abrió el marcador. No encontraba receptores liberados y con la cancha de frente, pero, una sola combinación fructífera le fue suficiente. Cardona y Fabra, realizaron una simple pero efectiva pared. Edwin la pinchó al hueco y Frank la bajó hacia el corazón del área. Dudó el fondo de Arsenal, se interpusieron entre sí dos defensores y nadie la sacó. Taco sensato de Vázquez hacia atrás. Definió Juan Ramírez -primer tanto en club-. Boca, con poco, se iba al entretiempo 1-0.

El complemento incrementó los valores negativos de la etapa inicial que mostraron los de azul y oro. Con el agravante de que retrocedieron metros excesiva e innecesariamente y Arsenal se envalentonó, con más amor propio y actitud que destellos futbolísticos, y empezó a incomodar.

Agustín Rossi sacó pecho y salvó a un impávido equipo en más de una ocasión. Leonel Picco sacudió desde afuera del área y el 1 respondió. Momentos después, Lucas Albertengo recibió sorpresivamente solo entre dos centrales muy alejados, y perdonó. Arsenal avisaba y avisaba. Boca hacia caso omiso a las advertencias y escaseaba de rebeldía para revertir la adversidad.

A los 29´ llegó lo que las campanas anteriores anunciaban. Empató el Arse. De la forma que más desconcierto desnuda a una defensa. Desde un lateral. Izquierdoz no pudo con Albertengo, que cedió para el recientemente ingresado Viveros, quien aprovechó el desajuste de la defensa y abrió para el solitario Bruno Sepúlveda. Definición al primer palo y 1-1.

El último cuarto de hora fue de bajísimo vuelo por parte del Xeneize, que se despidió del Julio Humberto Grondona con la misma depresión con la que disputó el encuentro. Y no terminó perdiendo porque Emiliano Viveros no pudo batir a Rossi en la última, quien subsanó un grosero error de Marcos Rojo en salida.

La postura de Boca no fue revertida por el banco. Battaglia realizó una única modificación y a los 36´ del ST. Preocupante lectura.

Boca no solo tiene un rendimiento colectivo paupérrimo, sino que lo complementa con una desidia enorme. Ante la adversidad y la necesidad muestra una falta de compromiso terrible. Construir a futuro con estas actitudes y falta de paz es prácticamente imposible.

A 4 días de una final dejó una imagen que enciende alarmas. Debía ganar para meterse en el certamen continental más prestigioso y más anhelado por la institución. Dejó pasar el tren, y ni siquiera atinó corriendo cuando vio que se escapaba.