Como todas las leyendas, Carlitos escribió una historia de película (mejor dicho, de serie). Con solo 17 años, Bianchi supo ver en él algo especial. 2001, cancha de Talleres de Córdoba. Boca perdió 2 a 1, pero todavía no sería conciente de todo lo que ganaría con Tévez en cancha.

El pibe de Fuerte Apache nunca hubiera imaginado ganar 10 títulos en el club de sus amores: 7 competiciones locales y 3 internacionales: Sudamericana 2004, Libertadores 2003 e Intercontinental 2003, frente a un Milan que parecía invencible.

Un ídolo, se sabe, genera odios y amores. Carlitos no solo se ganó el cariño de la hinchada por sus jugadas, sino por sus demostraciones extremas de fanatismo: la famosa «gallinita» en el Monumental es la prueba irrefutable. Pero todo pareció desvanecerse cuando dejó el club para irse a China. De hecho, muchos pensaron que sería el fin de su carrera.

El «Apache» ama a Boca. De eso no hay dudas. Volvió cuando el equipo ya no generaba confianza. Demostró que esa chispa que lo hace distinto a los demás sigue viva. Y en un torneo que era casi imposible, el volvió a ponerse el equipo al hombro y con un gol nos coronó campeones. 19 años no son nada, dicen. Pero la historia de Carlitos en Boca es eterna.